¿Para qué esperar despierto
el cuerpo ya sin musa?
Cuando ves otoño al tiempo
ese dolor que poco usas.
Muere y muere todo fin
más tenue y terciopelo.
Tu comienzo dio de sí,
y tan crispado yo de miedo.
Lentas hojas que amanecen,
gustoso al Sol de pena lloro.
Perdida voz que ya decrece,
sonido anuncia: ¡el viento es oro!
Ya nada queda, sin ti amanezco.
Las manos frías que nunca tocan.
¿Te vas ya decaído vuelo?
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