Caminaba directo hacia el
fuego cuando tomado de mi brazo inspiraste una frase que poco conocía, que ya
había olvidado, tan fresca y tan pálida para estas alturas, que poco pude
responder con esa premura que me exigías.
Caí ante todo por el colmo de mi vergüenza, por la tristeza de expulsar mi aliento con humo de humillaciones perversas. Ya sin dicha, tan callado y con poco por esperar, aludiste a nuestro encuentro afortunado, hoy doloso ante todo ufano.
¡Cuánto me provocaste antes de
esta ilusión ya proscrita! ¡Dame más motivos sin tus razones viejas! O mejor tus
tiernas palabras para éstas las mismas penas.
Ahora, sin drama ni recelo
te dejo ir, esperanza, muerta en vida, si con tu vida ungiste mi alma.
Noviembre de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario