Cubro
la esperanza con malicia ajena
de
restos inocuos y sumas que restan,
es que
poco entiendo lo que nada fue,
lo que
casi nunca me siguió en vaivén.
Así
pasó el tiempo estrechando manos
asegurando
risas o desterrando halos,
cubriendo
huecos con tonos difusos
imágenes
hartas: desdén
oculto.
Para de tan pálida voz no queda estela,
me
muero y ansío los ritos sin velas,
porque ya
resta poco de lúgubres cantos,
necios mis ojos que sueñan tinieblas.
Enero de 2016.
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